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Los que me conocen saben que soy un culo inquieto y que he estado en más de una docena de países. He visitado Perú, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Malta, Túnez, Marruecos, Tailandia, la India, Nepal, Bulgaria, Indonesia, Brasil, Tanzania, Grecia... y, por supuesto, Egipto. Por lo tanto, hablo con cierto conocimiento de causa cuando digo que el viaje, tanto dentro como fuera de España, es una de las experiencias más fascinantes que uno pueda tener. El recorrer los países como un viajero y no como un turista nos da pie a conocer las diversas culturas y tradiciones, a darnos cuenta de que no somos tan diferentes del resto de los humanos, pero que, a la vez, nos separan abismos. Os propongo un decálogo del perfecto viajero que, en resumidas cuentas, es mi pequeña filosofía del viaje, filosofía que creo, compartiréis muchos de vosotros:


1.- Un viaje de mil millas empieza con un paso (Lao Tse)

2.- Los viajes enseñan la tolerancia (Benjamín Disraeli)
3.- Los viajes en la juventud son una parte de la educación y en la vejez una parte de la experiencia (Francis Bacon)
4.- Quien no ha salido nunca de su país está lleno de perjuicios (Carlos Goldoni)
5.- Mézclate estrechamente con la vida y sigue siempre el impulso de tu corazón (Hemingway)

6.- Lo mejor de los viaje es lo de antes y lo de después (Maeterlinck)

7.- Si al franquear una montaña en la dirección de una estrella, el viajero se deja absorber demasiado por los problemas de la escalada, se arriesga a olvidar cual es la estrella que lo guía. (Antoine de Saint-Exupery)

8.- Viajar es imprescindible y la sed de viaje, un síntoma neto de inteligencia (Jardiel Poncela)

9.- El hombre no necesita viajar para engrandecerse, porque  en sí mismo lleva la inmensidad (Chateaubriand)

10.- Y por último, recordad que lo más importante del viaje no es la meta sino el viaje en sí mismo que nos conduce siempre al reencuentro de nosotros mismos.


 
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Arriba, En Natal (Brasil) al lado de una estatua de un garimpeiro, un buscador de minerales preciosos y tesoros, por ve si se me pega algo y abajo en la enigmática Torre Magdala, de Rennes le Château (Francia)